En medio de una frágil situación política y social, el nuevo presidente de Perú, Francisco Sagasti, nombró un Ejecutivo abiertamente orientado a cumplir sus promesas de estabilidad, esperanza y justicia para la violenta represión de las movilizaciones ciudadanas que costaron la vida a dos jóvenes.
La tensión que dominó la vida del país suramericano durante la última semana comienza a difuminarse, impulsada por los pasos conciliadores del mandatario, que refrendó con la elección de su gabinete la sensibilidad para atender los pedidos de la ciudadanía para la que ostensiblemente fue elegido