Un año después del atentado contra la Escuela de Cadetes General Santander –el peor ataque terrorista contra una unidad de la Fuerza Pública en una gran urbe– persisten varios de los interrogantes que dejó esa acción criminal del Eln, así como sus consecuencias políticas y diplomáticas.
Desde un primer momento, la Fiscalía logró demostrar la responsabilidad de esa guerrilla en la explosión del carro bomba contra la escuela de formación de los cadetes de la Policía, ubicada en el sur de Bogotá.
El hombre que conducía el carro, un veterano ‘eleno’ conocido con el alias de El Mocho –había perdido una mano manipulando explosivos en la zona de frontera con Venezuela– murió en el sitio.